
Por: María Nancy Lozano Chacón (D. Humanidades)
Héctor William Gutiérrez (D. Edu. Física)
Una historia de 93 años que empieza cuando el Liceo Femenino de Cundinamarca “Mercedes Nariño” es fundado, el 5 de octubre de 1916 durante la presidencia de Jose Vicente Concha, por Monseñor Diego Garzón, párroco de las Cruces.
Desde sus inicios hasta esta época han pasado por el colegio más de 25 rectores tanto hombres como mujeres quienes con su compromiso han dejado en alto el nombre de la Institución.
El colegio inicialmente adoptó el nombre de “Sindicato de la Aguja, Artes y Oficios” y comenzó labores en un inmueble ubicado en la carrera 5ª, entre calles 15 y 16 de Bogotá, y su primera directora fue doña Mercedes Aragón. Pocos años después, y ante el avance del desarrollo urbanístico, fue desplazado a una casona ubicada en la calle 9ª con carrera 8ª, que era propiedad del expresidente Alfonso López Pumarejo.
Con el tiempo, cambiaron tanto el nombre como la sede. Se llamó “Escuela Superior de Artes y Oficios para Señoritas” que funcionó en un edificio ubicado en la calle 15 con carrera 15, donde las primeras prácticas de enseñanza fueron en manualidades.
En 1941 el colegio se trasladó a la sede ubicada en la avenida Caracas No. 23 – 24 sur. Una edificación que se terminó de construir el 1 de septiembre del mimo año sobre terrenos de propiedad de la Beneficencia de Cundinamarca. A partir de entonces cambió su nombre por el de “Instituto Femenino de Orientación Social” y comenzó a conocerse con la sigla IFOS que se recuerda con especial veneración.
Más adelante el Gobierno Departamental reestructurá el colegio como Instituto Normal Superior, sus planes de estudio eran de seis años con la finalidad de incrementar la capacidad docente y atender sectores urbanos. En 1956 se creó la Escuela Anexa como espacio para la práctica de las estudiantes normalistas.
Vale la pena destacar la gestión de doña Perla Hinestroza de Ortiz McCormick, quien lo dirige en los años 1959 a 1966, que fue el periodo conocido como “época de oro” por el impulso que se dio a la formación integral de las mujeres, tanto en el campo académico, como deportivo y cultural. En esa época se destacaron grupos de teatro, danzas, masas corales, conjuntos musicales de nivel orquestal y equipos deportivos, que ganaron muchos campeonatos.
A partir de 1972 el colegio ha experimentado transformaciones sustanciales que han variado en forma considerable sus políticas de acción. Por ejemplo, se disminuyó la permanencia del tiempo en el plante. Se pasó de un horario de día completo a sólo medio día; la diversidad de administradores, docentes y estudiantes de cada una de las jornadas compartían los mismos espacios y los mismos recursos físicos; el paso de un sistema de internado a otro de exclusivo externado que redujo en forma considerable la posibilidad de atender a la provincia y donde se benefició la Capital; el cambio de planes de estudio, se sustituyó el comercio, por el bachillerato académico y éste suplantó en su totalidad los programas normalistas. Este último cambio se consideró necesario, porque ante la falta del internado, las estudiantes normalistas, hijas de la ciudad, se graduaban de maestras, pero no querían ir a trabajar a la provincia, porque preferían acceder a la universidad.
Otro hecho significativo de esta época, es el otorgamiento de la Cruz de Oro al mérito cívico de Cundinamarca, considerando “que el Liceo ha sido desde su fundación, en 1916, una institución que se ha destacado en la formación de juventudes femeninas que hoy constituyen patrimonio humano de sólidas condiciones intelectuales, humanas y espirituales que honran al departamento y al país”, según reza el Decreto Departamental No. 2626 de julio de 1983.
A partir del 1 enero de 2002 el colegio es llamado Institución Educativa Distrital Liceo Femenino Mercedes Nariño, como resultado del acuerdo No 012 por el cual se modifica el nombre a algunos planteles educativos oficiales de Bogota, gracias a la presión generada por las acciones de los estudiantes de dichos colegios, entre ellas la toma al Liceo por parte de las niñas y jóvenes.
Héctor William Gutiérrez (D. Edu. Física)
Una historia de 93 años que empieza cuando el Liceo Femenino de Cundinamarca “Mercedes Nariño” es fundado, el 5 de octubre de 1916 durante la presidencia de Jose Vicente Concha, por Monseñor Diego Garzón, párroco de las Cruces.
Desde sus inicios hasta esta época han pasado por el colegio más de 25 rectores tanto hombres como mujeres quienes con su compromiso han dejado en alto el nombre de la Institución.
El colegio inicialmente adoptó el nombre de “Sindicato de la Aguja, Artes y Oficios” y comenzó labores en un inmueble ubicado en la carrera 5ª, entre calles 15 y 16 de Bogotá, y su primera directora fue doña Mercedes Aragón. Pocos años después, y ante el avance del desarrollo urbanístico, fue desplazado a una casona ubicada en la calle 9ª con carrera 8ª, que era propiedad del expresidente Alfonso López Pumarejo.
Con el tiempo, cambiaron tanto el nombre como la sede. Se llamó “Escuela Superior de Artes y Oficios para Señoritas” que funcionó en un edificio ubicado en la calle 15 con carrera 15, donde las primeras prácticas de enseñanza fueron en manualidades.
En 1941 el colegio se trasladó a la sede ubicada en la avenida Caracas No. 23 – 24 sur. Una edificación que se terminó de construir el 1 de septiembre del mimo año sobre terrenos de propiedad de la Beneficencia de Cundinamarca. A partir de entonces cambió su nombre por el de “Instituto Femenino de Orientación Social” y comenzó a conocerse con la sigla IFOS que se recuerda con especial veneración.
Más adelante el Gobierno Departamental reestructurá el colegio como Instituto Normal Superior, sus planes de estudio eran de seis años con la finalidad de incrementar la capacidad docente y atender sectores urbanos. En 1956 se creó la Escuela Anexa como espacio para la práctica de las estudiantes normalistas.
Vale la pena destacar la gestión de doña Perla Hinestroza de Ortiz McCormick, quien lo dirige en los años 1959 a 1966, que fue el periodo conocido como “época de oro” por el impulso que se dio a la formación integral de las mujeres, tanto en el campo académico, como deportivo y cultural. En esa época se destacaron grupos de teatro, danzas, masas corales, conjuntos musicales de nivel orquestal y equipos deportivos, que ganaron muchos campeonatos.
A partir de 1972 el colegio ha experimentado transformaciones sustanciales que han variado en forma considerable sus políticas de acción. Por ejemplo, se disminuyó la permanencia del tiempo en el plante. Se pasó de un horario de día completo a sólo medio día; la diversidad de administradores, docentes y estudiantes de cada una de las jornadas compartían los mismos espacios y los mismos recursos físicos; el paso de un sistema de internado a otro de exclusivo externado que redujo en forma considerable la posibilidad de atender a la provincia y donde se benefició la Capital; el cambio de planes de estudio, se sustituyó el comercio, por el bachillerato académico y éste suplantó en su totalidad los programas normalistas. Este último cambio se consideró necesario, porque ante la falta del internado, las estudiantes normalistas, hijas de la ciudad, se graduaban de maestras, pero no querían ir a trabajar a la provincia, porque preferían acceder a la universidad.
Otro hecho significativo de esta época, es el otorgamiento de la Cruz de Oro al mérito cívico de Cundinamarca, considerando “que el Liceo ha sido desde su fundación, en 1916, una institución que se ha destacado en la formación de juventudes femeninas que hoy constituyen patrimonio humano de sólidas condiciones intelectuales, humanas y espirituales que honran al departamento y al país”, según reza el Decreto Departamental No. 2626 de julio de 1983.
A partir del 1 enero de 2002 el colegio es llamado Institución Educativa Distrital Liceo Femenino Mercedes Nariño, como resultado del acuerdo No 012 por el cual se modifica el nombre a algunos planteles educativos oficiales de Bogota, gracias a la presión generada por las acciones de los estudiantes de dichos colegios, entre ellas la toma al Liceo por parte de las niñas y jóvenes.
No es tarde para decir que a esta publicación, aunque interesante, le falta un pedazo bien grande que fue la lucha de las niñas que ayudaron a mantenerlo vigente. Soy orgullosamente prom 2002.
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